Unos cuantos días al año, Tenerife y el resto de las islas se ven envueltos en el fenómeno meteorológico conocido como “calima”. Se trata, esencialmente, de polvo en suspensión, que al ser tan fino se queda flotando en el aire. El polvo proviene del desierto del Sáhara, los vientos lo atraen hacia las islas, aumentando considerablemente las temperaturas. Por lo general, se disipa en un par de días. Cuando la visibilidad es superior a los 2 kilómetros se llama “bruma”. Durante la calima hay una inversión térmica, es decir, cuanto más se asciende más calor hace. No es extraño, encontrar en las Cañadas temperaturas que llegan a los 40 grados centígrados durante este fenómeno, ¡así que no olvide su gorra y crema solar! Hacer ciclismo con este tiempo no es muy saludable para sus pulmones, aunque este clima no detiene a los intrépidos ciclistas locales.